Buscar este blog

viernes, 29 de septiembre de 2023

RENACER



Cada año, cuando llega la primavera, siento que algo cambia en mí. No solo es el clima, que se vuelve más cálido y agradable, sino también mi ánimo, que se llena de esperanza y alegría. Me gusta ver cómo las flores brotan de la tierra, los pájaros cantan en las ramas, el sol ilumina el cielo. Todo parece renacer, y yo con ello.

Me gusta salir a caminar por la calle, ir a un parque, a respirar el aire fresco, a sentir la brisa en mi rostro, escuchar ladrar los perros de los vecinos, observar a los gatitos que encuentro a mi paso. Encontrarme con otras personas que también disfrutan de la naturaleza, que sonríen y saludan. Pensar que la vida es un ciclo, que todo tiene su momento, que después del invierno viene la primavera. Soñar con nuevas metas, aprender algo nuevo cada día, leer un libro interesante, escuchar una canción que me emocione. Compartir con mis seres queridos, abrazarlos y decirles lo mucho que los quiero. Agradecer por todo lo que tengo, soy y puedo ser.

Cada año, cuando llega la primavera, me siento renovadas, que soy una persona mejor, más feliz, más plena. Que Dios me da una nueva oportunidad de vivir, de crecer, de ser parte de este mundo, que ofrece tantas maravillas con solo mirar alrededor, agradezco ese renacimiento en mí.

Nancy Aguilar Quintero

Miércoles, 27 de septiembre de 2023

jueves, 21 de septiembre de 2023

VENGANZA

La víspera de su cumpleaños número noventa, Cora olvidó las palabras. Pero estas ya se habían olvidado de ella tiempo atrás, cuando dejaron de aparecer en su mente, y una a una se fueron marchando, creando un vacío en su memoria y pensamiento. Las palabras se habían alejado de su mente, dejándola sin recuerdos ni contacto con su entorno. Cora, resentida, juró vengarse y una tarde decidió guardar las pocas que le quedaban en un baúl y ocultarlo en lo más profundo del armario, para que nadie pudiera hallarlas.

Nancy Aguilar Quintero

 

 

sábado, 16 de septiembre de 2023

INGRATA DESPEDIDA

 


Llegó el día tan temido para Amalia. Ya las maletas estaban preparadas y solo era cuestión de horas para la terrible despedida. A las once de la noche se estaría embarcando en el avión que la llevaría tan lejos del lugar donde vivió toda su vida. No había marcha atrás. Era irse con su hija o quedarse sola en aquel caserón familiar donde las vivencias y recuerdos se paseaban de habitación en habitación. Era primavera y hacía un calor sofocante. Se despediría de su casa y de su hermoso jardín con todas las de la ley. Fue a su cuarto y se puso el vestido celeste que tanto le gustaba a su esposo fallecido el año pasado, se maquilló y arregló su cabello cano, y, por último, se colocó el collar de perlas, regalo de boda de su madre. Sintió unas ganas inmensas de tomarse un café. Lo preparó como le gustaba, tinto y sin azúcar, y con taza en mano se dirigió a su jardín. Su viejo gato Sócrates, de reluciente pelaje negro, que dormitaba en el sofá de la sala, se desperezó y arqueando su cuerpo la siguió. Dentro de una hora llegaría su hermana para llevárselo. Le acaricio el lomo con ternura y también se despidió de él.  Sentada en la banca del jardín, contempló alrededor tratando de llevarse en su retina las esplendorosas flores multicolores sembradas allí con tanto esmero por ella. Flores blancas, amarillas, rojas, azules que fueron poblando su jardín a lo largo de los años. Tomó su regadera manual y mientras el agua corría por sus pétalos y hojas, se fue despidiendo de cada una de ellas, hablándoles y pidiéndoles perdón por abandonarlas. Les explicó que no tenía alternativa, pero lo más triste y sobrecogedor fue la despedida de su hermoso y frondoso manzano, sembrado por las manos juveniles de su difunto esposo, el mismo día que nació su primer hijo.

–¡Ahora los dos crecerán a la par!, –fueron las palabras de él al culminar la tarea.

Se veía tan imponente con sus frutos rojos y brillantes. La tarde iba cayendo, el sol se ocultaba y Amalia, ensimismada en su mundo interior, sintió que la noche oscura se instalaba en su corazón.

 

Nancy Aguilar Quintero

jueves, 7 de septiembre de 2023

DARSE UN GUSTITO



Elisa, por las tardes, veía su serie colombiana favorita, en el inmenso televisor pantalla plana, instalado en la pared de la sala. Después de terminar el almuerzo, despachar a los hijos y lavar los platos era su diversión vespertina, acompañada de su café negro sin azúcar. La había dejado, ya que leyó por ahí que a la larga le produciría diabetes. El sábado pensó hacer algo diferente, quizás un platillo especial, para compartir con sus hijas y su esposo Simón Alberto; pero este salió muy temprano diciendo que tenía trabajo pendiente que entregar el lunes en la mañana y que iría a la oficina a terminarlo. Elisa sospechaba que le ocultaba algo. Compró ropa nueva, cosa inusual en él que solo se surtía en navidad. Y también cambió la colonia que usaba, por una más costosa y de marca. 

– A veces uno tiene que “darse un gustito” para eso se trabaja–le había dicho a Elisa cuando llegó con el estuche de perfume, sonriente y con una pícara sonrisa.

—¿Qué se traerá este entre manos? –se preguntó para sus adentros y continúo viendo su serie.

Elisa, tendría unos cuarenta años, pero aparentaba más, su cabello empezaba a encanecer, y a su piel blanca ya se le notaban ciertas arruguitas en las comisuras de los labios.

–Mamá ponte pilas y arréglate, tú eres muy bonita, mira que por la calle hay muchas “fulanas” intentando pescar un marido… Y mi papá está en la edad del alboroto y puede “levantar algo por ahí”. -le dijo Carmela, la mayor de sus hijas adolescentes, saliendo para reunirse con unas amigas. 

–Muchacha, que es ese lenguaje, es lo que te enseñan en el liceo. Dios te bendiga, y sí, tienes permiso para salir, –dijo Elisa con tono irónico, pensando que en su casa ya todos hacían los que les daba la gana.

Yo lo digo por tu bien, comer un “poquito de avispas” no te hará ningún mal. –dijo Carmela, dando un portazo al salir.

Se estaba quedando dormida en el sofá, quería levantarse a preparar un café, pero hoy la desidia le ganó. Amaba tanto ese sofá, no lo cambiaba ni por su cama matrimonial.

-¿Y si Carmela tenía razón? Ella confiaba demasiado en la fidelidad de Simón Alberto. –¿Tendría una aventura su marido? Hacía meses venía notando actitudes extrañas en su comportamiento, pero con el ajetreo de las tareas hogareñas, no se lo tomó en cuenta. Mientras cumpliera en el hogar, qué más daba, ella también tenía “pensamientos maliciosos” con su galán de la telenovela. Venciendo su pereza, se levantó a prepararse el café y suspiró hondo. 

Elisa comenzó a recordar, los acontecimientos de los últimos meses… ¿Meses? No, ¡Casi un año! ¡Qué bruta había sido! Apenas si tienen intimidad, se acostumbraron el uno al otro, y la vida se les estaba yendo de las manos, el encanto de los primeros años se perdió con la cotidianidad, ya ni se acordaba cuando habían compartido juntos como pareja y familia.

El sonido de la campana del heladero, la sacó de sus negros pensamientos. Bueno, ya habrá tiempo de ocuparse de su marido, por los momentos se comprará un enorme helado de vainilla y fresa, su preferido. Ella también merecía un gustito de vez en cuando. Esta noche, después de la cena, tendrá una conversación muy seria con Simón Alberto, y sin pensarlo dos veces le dio el primer mordisco al cono de helado.

Nancy Aguilar Quintero 

 

 

 

MARGINADOS

  La primera vez que lo vi, tuve que mirarlo dos veces para saber si era niño o niña. Era tanta la confusión de su vestimenta unisex, un p...