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miércoles, 25 de julio de 2018





Fugaz

Llegó a mí el murmullo
de la brisa mañanera.
Llegó a mí el tañido de
de la campana plañidera.

Llegó a mí el quejido
y el lamento, de aquel
sueño arrebatado
por el tiempo,
por la distancia,
por la rutina,
por el desencuentro…

De aquella pasión
que destrozó mi corazón
por dentro
dejando huellas, cicatrices
perdurables e imborrables
en mi alma y en mi cuerpo.
Nancy Aguilar
Agosto, 1999

lunes, 9 de julio de 2018




ADORMECIDA


Larissa caminaba descalza
por la desierta playa
de arenas blanquecinas.

Miraba  el infinito
y sus grandes ojos negros
llenos de lluvia y angustia
solo veían la tristeza del ocaso
y el vaivén del oleaje.

Sintiendo aquellos
granos de arena
pequeñísimos penetrando
sus pies mojados
que le producían
una sensación indescriptible
entre desasosiego y paz.

No pensaba,
solo sentía la brisa
hiriéndole la cara
y el olor penetrante
a mar llenando
sus pulmones.

Recostó su cansado
y aletargado cuerpo
sobre una roca inmensa,
mientras el sol era apenas 
ya un pequeño
semicírculo ardiente
perdido en el horizonte.

Nancy Aguilar Quintero

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