Fugaz
Llegó a mí el murmullo
de la brisa mañanera.
Llegó a mí el tañido de
de la campana plañidera.
Llegó a mí el quejido
y el lamento, de aquel
sueño arrebatado
por el tiempo,
por la distancia,
por la rutina,
por el desencuentro…
De aquella pasión
que destrozó mi corazón
por dentro
por dentro
dejando huellas, cicatrices
perdurables e imborrables
en mi alma y en mi cuerpo.
Nancy Aguilar
Agosto, 1999