SIN RUMBO
Alina caminaba desesperada por
aquella calle solitaria. En aquella ciudad calurosa había empezado a llover. Nunca entendió que
habiendo un sol radiante casi siempre llovía. Tenía que llegar a tiempo de
conseguir algo de alimentos. Y era que la situación ya era insoportable. De
pronto vio a esa multitud harapienta y descarrilada. Iban sin rumbo fijo.
Alguien la empujo y ella tropezó con una verja. Se sintió desamparada. Ella que
se consideraba la criatura más hermosa y tierna de la tierra. Sus ojos se
llenaron de lágrimas. Solo atino a voltear la mirada. Vio como los humanos se convertían en ejércitos
feroces dispuestos a todo aunque después se arrepintieran de sus acciones hasta
el final de sus días.
Nancy Aguilar Quintero