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jueves, 25 de mayo de 2023

GAJES DE VIVIR EN CONDOMINIO


En los condominios, siempre se destaca el “conchuo”. El qué nunca colabora con nada, debe la cuota mensual desde hace tiempo, se queja de los servicios, y pregunta a cada rato: –¿Hoy darán agua? Es malviviente, coloca su equipo de música a todo volumen y para rematar, cuando las pocas veces que funciona el ascensor, sube bolsas de hielo y cerveza, lo deja mojado y sucio, y por supuesto no lo limpia. Es el famoso “rompegrupo” del edificio

Y yo, que soy el más responsable, –en el EGO nadie me gana–, sufro y me altero por eso. Como es mi costumbre, los sábados bajo con la señora que cumple funciones de administradora del condominio, para ayudar a limpiar el jardín, regar y podar las plantas, y llevo con gran orgullo mi tijera, que compré para estas ocasiones. Aparte de tratar de embellecer el jardín, tomamos café, y hablamos, –léase chismear–de algún o algunos de los vecinos del conjunto residencial.

 

La otra tarde, mientras esperaba que llegara el ascensor a la planta baja, me puse a mirar la cartelera y el ego se me infló más de lo normal. En el recuadro con los nombres de los propietarios, destacaba el mío. Una felicitación de la Junta de Condominio, poniéndome como ejemplo de buen vecino, pago puntual y colaborador en todo lo que se les antojara. Y de pronto, siento una palmada en el hombro. Me volteo con rapidez, y ahí, parado frente a mí, mi vecino “el conchuo”, con una enorme sonrisa, sosteniendo con su mano derecha una caja de cerveza y en el piso, recostada en la pared, junto al ascensor, una inmensa bolsa de hielo, que se derretía, ensuciando el pasillo con agua.

–Hola, vecino, “las friítas”, para pasar el estrés del trabajo, y me hizo un gesto con la boca señalando la caja de cerveza.

Deseé con toda el alma cantarle las cuatro verdades, pero en ese instante iban entrando las tres viejitas que viven en el piso cinco y me mordí la lengua. El ascensor por fin llegó a la planta baja y ya me iba a subir, cuando el susodicho hizo un gesto que a mí me pareció sarcástico.

– Las damas primero, y señaló el ascensor a mis vecinas. Acto seguido metió la caja de cerveza y el hielo. No cabía nadie más.

Con voz cínica me dice, ­-Vecino, cuando llegue al piso siete le envío el ascensor. –No tiene prisa, verdad. Y con una amplia sonrisa burlona, me hizo un gesto de adiós con la mano.

Nancy Aguilar Quintero

Conchuo: Caradura, sinvergüenza, se dice de aquella persona que hace las cosas sin importarle sus consecuencias.

 

Atascocita, Estado de Texas

viernes, 27 de enero de 2023

 

AUDACIA

 


 #minificcion #microrrelato

Le compré una motocicleta a mi nieto en la Navidad para sorprenderlo por su cumpleaños. Pero la sorprendida fui yo. Al acariciarla y montarla todos mis miedos desaparecieron en un instante, y con mi casco, chaqueta negra y el cabello alborotado por el viento recorrí sobre ella las calles de mi barrio.

Nancy Aguilar Quintero

Santiago de Chile, abril 2019

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MARGINADOS

  La primera vez que lo vi, tuve que mirarlo dos veces para saber si era niño o niña. Era tanta la confusión de su vestimenta unisex, un p...