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miércoles, 27 de noviembre de 2019





ENCUENTRO


Estaba Elisa sentada en aquella banca del parque como casi todos los martes a las tres de la tarde, absorta en sus propios pensamientos cuando de pronto sintió un calor sofocante y mucha sed. Miró alrededor y enfrente, pasando la caminería vio un kiosco donde vendían jugos y refrescos, a esa hora comenzaba a llegar algunos jóvenes a trotar, caminar y andar en bicicletas. Los martes eran días especiales para ella ya que salía más temprano de su trabajo Su jefe, un médico obstetra prominente de aquella ciudad, salía de su consulta a esa hora, ya que realizaba alguna diligencia personal, a la cual nunca faltaba y era un secreto bien guardado. Atravesó la pequeña calzada para comprar una bebida que le quitara la sed y la refrescara un poco. Comenzó a caminar para despejar un poco la mente y la preocupación que le producía su madre, cada día más enferma y ella como hija única, a veces se sentía cansada e incapaz de manejar la situación, porque, aunque la amaba profundamente, no tenía quien la cuidara cuando ella se encontraba en el trabajo. Y allí parada al lado de un frondoso árbol, como protegiéndose del sol inclemente estaba aquella mujer que la miraba insistentemente como si la conociera. De contextura muy delgada, cabello largo castaño y vestida toda de blanco. Sus facciones eran verdaderamente bellas. Siguió caminando un trecho y volteó por curiosidad, pero ya no la vio más. Quizás la conocía y no se acordaba. Al llegar a su casa, su mamá le comentó que Débora su amiga de la infancia la había visitado y habían recordado viejos tiempos. Su madre desvariaba e inventaba cada historia. Débora se había extraviado cuando tenía nueve años y nunca la encontraron. Fue un acontecimiento que afectó profundamente a todos los habitantes del pueblo donde vivían. Su madre siempre decía que cuando apareciera la identificarían porque Débora estaba vestida de blanco.
Nancy Aguilar Quintero
Maracaibo, junio 2011

martes, 26 de noviembre de 2019




NINA



(Mi gatita partió al puente del Arco Iris al amanecer del día martes 25 de noviembre de 2013, me dejo cuatro días antes de mi cumpleaños… ¡como la extraño!)

Hoy es un día triste. Amaneció muerta mi gatita Nina. Ha sido más de un mes en este tormento. Se enfermó de pronto. Comenzó cojeando y pensé que alguien me la había golpeado o que se habría caído. Como ya tenía once años para ser más exactos...pensé que eran achaques propios de su edad. Llegó a nuestra vida muy chiquitita, apenas tendría una o dos semanas de nacida. Cuando comenzaron los primeros síntomas de su enfermedad la lleve primero a una veterinaria la cual me la remitió a un hospital para hacerle un ecograma que me diera un diagnóstico más veraz. Le tomaron muestras de sangre, la hidrataron. Estuvo dos días hospitalizada. Pero continuó malita. Se le hizo el ecograma arrojando un tumor en una mama, metástasis del hígado y los pulmones. No sé qué pudo pasar. Pero así es la vida. Tantos cuidados y atenciones y se enfermó de un día para otro. Lo noté cuando de pronto ya no me atendía como antes a mi silbido. Dejó de comer. Allí si me preocupé seriamente. Tan bella mi gata, nunca tuvo un quejido durante su enfermedad. Solo me miraba fijamente con sus ojitos tristes como despidiéndose. Bueno ya no estará más con nosotros. No la regañaremos por subirse a los muebles ni por arañar los marcos de las puertas. No estará detrás de la puerta cuando lleguemos. Ella formó parte de nuestras vidas y todas las personas de las Residencias donde vivía la conocían. Ya su “espíritu de grupo” decidió llamarla. Llegó a mí porque así lo tenía dispuesto nuestro Creador. Como se dice en Metafísica, los animales son nuestros “hermanitos menores” a quienes debemos cuidar, darles atención y cariño. Nunca maltratarlos. Nadie llega a tu vida por casualidad, sino por causalidad. Algo tenía que cumplirse aquí. Ella estuvo todos estos años conmigo para que la cuidara y fue mi compañerita a la que le hablaba como si fuera una persona. “Ninita, Ninita, curizonitica da ma chachi”. Cómo atendía a mi voz y llegaba corriendo a mi lado. Hay quienes piensan que son ángeles en la tierra y yo comparto esa opinión. No me desamparaba. Si estaba leyendo o en la computadora, ella echada a mis pies, jugando con mis sandalias.  Cuando viajé con mi hijo a Estados Unidos y me ausenté por más de veinte días casi no comía, pendiente de la puerta. ¡Sé que me extrañaba! Cuando regresé con ella del hospital, en la madrugada a las cuatro y media comenzó a arañar la puerta para que la dejara entrar a mi cuarto, y se instaló en mi closet. Siempre conmigo.  A pesar que fue muy “bravita” la quisimos mucho. Todos en la casa tenemos una historia que contar de ella. En mi correo electrónico, mi Twitter, mis claves bancarias, siempre aparecía su nombre. Gracias mi amor por acompañarme y recorrer juntas este camino todo este tiempo, cuanto te voy a extrañar y siempre estarás presente en mi corazón.


Nancy Aguilar Quintero
Maracaibo, 25 de noviembre de 2013




MI RESCATADA AMATISTA




Hoy 27 de noviembre de 2014, se repite la historia. Hace un año exactamente, pero el día 25 se marchó al Puente del Arcoíris, mi gatita Nina, mi primera gatita, la que estuvo conmigo once años…y hoy se marchó la otra, mi Amatista, a la cual amaba profundamente y sólo tenía conmigo diez meses. Mi Amatista, blanca, peluda con algunas manchas negras. Una preciosidad.  Cuando la vi por primera vez, tan desamparada y desprotegida, solita, echada en el jardín de la residencia donde yo vivía, me enamoré de ella inmediatamente. Se escondía de los perros que teníamos, también rescatados, Orión y Canela, sobre todo de Canela que la perseguía constantemente y no la dejaba comer. Al principio era muy arisca y temerosa, hasta que por fin me fue tomando confianza y sabía en qué momento le ponía la comida, al anochecer, cuando ya Canela estaba dormida. Como las once o doce de la noche se acercaba al edificio.  Yo sabía que ella y Antares el otro gatito, que siempre estaban juntos, me estaban esperando. Sentían cuando yo abría la puerta en el segundo piso y bajaba con comida y agua, siempre estaban en la planta baja. Con qué gusto apreciaban esa comidita, quizás la única del dia…yo me quedaba abajo, mirándolos, pero era más con la intención de que nadie los fuera a molestar o espantar …porque hay que ver que hay gente maluca y odiosa que les molestan los mininos…con lo bellos y cariñosos que son. Siempre escurridizos y temerosos nos miran de lejos como tratando primero de ganar confianza. Cuando dimos a los peludos Canela y Orión en adopción, fue perdiendo el miedo completamente y ya me esperaba en la mañana, tarde y noche. Como era de linda e inteligente, cuando me di cuenta ya estaba embarazada y me propuse esterilizarla cuando sus gaticos estuvieran grandecitos. Parió el seis de septiembre tres hermosos bebes y como yo me había mudado para donde mi hijo, me la traje para mi casa el día diez del mismo mes. Estuvo conmigo aquí hasta el cuatro de octubre ya que salía del país el día cinco. Se la dejé encargada para que la cuidara a la señora María, una vecina que ama a los animales como yo, ella la llevó a su apartamento, hasta el día sábado veintidós de noviembre cuando regresé de viaje y la fui a buscar para llevarla a esterilizar, ya que podía salir de nuevo embarazada y se complicaría la situación con tantos mininos, ya que la señora María tiene demasiados, tres propias más los tres de Amatista. Todavía hoy me pregunto qué pudo pasar, la herida de la esterilización se le abrió, qué angustia pasé esa noche y contacté a la doctora para llevarla a primera hora de la mañana, pero no, no me espero, decidió irse. Que dolor punzante y profundo siento, estoy muy triste y descorazonada, yo la amaba mucho. Me pregunto si pude hacer más por ella y un sentimiento de culpa invade mi corazón.  Muchos no lo entienden…te dicen ¡Por Dios solo es un gato…y para rematar callejero! ¡Pero no! ...para mí fue parte de mi vida, mi corazón tardará mucho en sanar esa profunda herida, quizás sane, pero quedará la cicatriz que me la recordará siempre. Ahora será feliz en el Puente del Arco Iris, junto a otros peluditos que están allí, y con mi Nina. Vuela muy alto mi amada y querida Amatista. Nunca te voy a olvidar…

nancy aguilar quintero

Maracaibo, 27 de noviembre de 2014

MARGINADOS

  La primera vez que lo vi, tuve que mirarlo dos veces para saber si era niño o niña. Era tanta la confusión de su vestimenta unisex, un p...