#relatocorto
#microrrelato
Hacía días quería
entrar a esa librería. Mirar los libros a través de la vitrina e imaginarme la
magia dentro de ellos despertaba en mí ansías incontrolables de sumergirme y
perderme en el interior de sus páginas. Siempre apurada de ida y regreso al
trabajo y una madre controladora de quién me costaba esfuerzo despegarme.
–Otra vez en las
nubes, Alicia...–se te olvidó de nuevo comprar el pan y la leche, –eran sus
palabras de bienvenida.
Pero ese día decidí
entrar, desoyendo la cantaleta de mi madre:
–No llegues tarde,
ten cuidado por esas calles, hay ladrones, carteristas, asaltantes y tú tan
distraída como de costumbre.
“¡Dios! ¡Qué vida la
mía con esta madre tan autoritaria! ¿Podría algún día romper ese lazo? Siempre
he creído en las conexiones mentales. ¿Que causa pudo haber en él para desear
el mismo libro que yo estaba buscando?”
Fue un momento
mágico, mi cabeza flotaba en una nube, y un temblor recorrió todo mi cuerpo, ya
iba a intentar decirle una palabra, algo que nos pudiera unir, ahora o en el futuro.
¡Yo qué sé! Pero la realidad, en su más nefasta crueldad, me trajo de nuevo a
tierra, cuando escuché esa voz detrás de nosotros
—¿Mi amor por fin
conseguiste el libro?
Volteé rápido... y
allí estaba esa rubia con incandescentes ojos azules y una mini muy corta,
abrazando por la espalda a mi breve amor platónico.
Nancy Aguilar
Quintero.
Santiago de Chile,
abril 2021