Buscar este blog

viernes, 6 de diciembre de 2019




LÓBREGA NOCHE


Ni yo mismo sé lo que pasó en esa carretera aquella noche de tormenta. Todo fue tan confuso. Llovía a cántaros e iba despacio por lo resbaladizo del asfalto. Me distraje un momento, al querer cambiar la emisora y solo vi algo borroso a mi lado. Reduje la velocidad y ahí me di cuenta de las personas que me habían hecho señas para que me detuviera. Pude divisarlas tenuemente, la torrencial lluvia impedía la visibilidad. Eran madre e hija. La chica tendría a lo sumo veinticinco años y a la niña le calculé unos cinco. Estaban emparamadas a la vera del camino—¿Que estarán haciendo a estas horas aquí, y con este aguacero?, fueron mis primeros pensamientos.  Me dijo que la acercara a la estación de servicio más cercana, que había un motel donde pasaría la noche. Era enfermera, y su auto se averió varios kilómetros atrás. Caminó, pero sin suerte, nadie de los que pasaron se detuvieron a auxiliarla, —Que indolentes somos los humanos a veces. Apenas susurró algunas palabras, la niña nunca habló. En una curva, un frenazo, el terreno resbaloso, una luz enfrente me cegó por completo. Perdí el conocimiento y el auto se fue por una cuneta. Nadie cree lo que les cuento, me creen que enloquecí por el golpe. Nadie cree que desperté en el cementerio, al día siguiente encima de dos tumbas humildes, rodeada de flores y yerbas silvestres. Y el epitafio… Madre e hija, fallecidas en otra noche de tormenta cuando su pequeño auto volcó por la carretera. Cosas del destino. Me tenía que pasar a mí. #loquepasodespues

Nancy Aguilar Quintero
Santiago de Chile, noviembre de 2018





martes, 3 de diciembre de 2019





EN LA ONDA TECNOLÓGICA


—¡No lo puedo creer! —este WhatsApp tiene que ser del abuelo. La foto del perfil me la tomé con él en la Navidad. Me envió dos Emoji, guiñando el ojo y el pulgar hacia arriba. ­­—¿Quién lo habrá enseñado?
—Aló abuelo, —¿eres tú?
—Si Pablito, —soy yo.
—¿Cómo aprendiste a enviar mensajes por WhatsApp?
—¡Estudiando “mijo”, estudiando! —Si espero que me enseñes, llego a los cien años, Jajaja—Ya tengo Facebook, Instagram, Twitter y hasta e-mail, —Me cansé de estar desactualizado y tomé un curso de esos que llaman “Alfabetización Tecnológica para la tercera edad”, —ahora si estoy en la onda.
—Abuelo, me dejas asombrado, —te felicito
—Ahora soy más productivo en mi trabajo, —Hasta me siento importante, Jajaja
—Abuelo me siento orgulloso que estés con la nueva tecnología.
—Pablito, te dejo—me voy a conectar con mi grupo de estudio por Skype, —¡ya hasta una laptop me compré!

Nancy Aguilar Quintero
Santiago de Chile, octubre de 2018
Microrrelato finalista en PRIMER CONCURSO DE MICRORRELATOS Y MEMES. “Calidad de vida y salud mental” COSAM. Comuna Independencia


CARTA A MI MADRE DESCONOCIDA





Madre, no sé dónde estás en estos momentos, pero te escribo esta carta para agradecerte por darme la vida y traerme a este mundo. Sabes, ya pronto cumpliré un año y vivo con mis padres adoptivos, quienes me aman mucho. Recuerdo cuando supiste de mí, como lloraste y te angustiaste. Luego le comentaste a mi papá de mi existencia, y él se enfureció mucho y se marchó dejándote muy sola. Como hubiera querido consolarte en esos momentos tristes para ti y para mí también, ya que comprendí que no era bienvenido. Buscaste refugio en tus amigas, quienes te sugirieron que me abortaras, dándote muchas razones y consejos válidas para ellas…—Que eras muy joven, que tendrías que dejar de estudiar, qué dirían tus padres, cómo me vas a mantener si no trabajas, y sin un padre que te apoye, te dañarías la vida para siempre. Hasta te dijeron que conocían a una señora que hacía esos “trabajos” quien te ayudaría a deshacerte de mí y sin riesgos. Pero madre todas esas razones no te convencieron. ¡Qué fuerte y valiente fuiste! Decidiste traerme al mundo. Pensaste que, para abortarme, mejor me darías en adopción. ¡Qué decisión tan sabia!  Sé que Dios te iluminó. No te guardo rencor, al contrario, deseo que seas muy feliz. Supe que ya terminaste tu bachillerato y pronto iras a la Universidad. Sé que serás una profesional exitosa. Sé que todas las noches al acostarte, cuando te encuentras contigo misma, piensas en mí. Y casi siempre lloras. Pero no te preocupes mami, yo estoy bien. Ya mis padres me tienen preparada mi fiesta de cumpleaños, me aman tanto que no han escatimado gastos. Quisiera invitarte para que me conocieras, ya camino y digo algunas palabras. Pero no sé dónde estás. Pero madre, Dios sabe hacer muy bien las cosas, ya que, gracias a ti, mis padres adoptivos son muy felices y dichosos conmigo. Bueno madre será hasta la próxima, porque ya viene mi mamá, digo mi otra mamá, a cambiarme el pañal y a darme el tetero para dormir.
Nancy Aguilar Quintero
Maracaibo, junio 2005

MARGINADOS

  La primera vez que lo vi, tuve que mirarlo dos veces para saber si era niño o niña. Era tanta la confusión de su vestimenta unisex, un p...